Un token es reflexivo cuando su precio influye directamente en su uso dentro de la plataforma, creando un ciclo que refuerza tanto el precio como la adopción. Si el precio del token sube, más usuarios e inversores se sienten atraídos, lo que impulsa la demanda y hace que el precio continúe subiendo. Por el contrario, si el precio baja, los usuarios pueden perder interés, lo que lleva a una menor demanda y, a su vez, a una caída aún mayor en el precio.
Este tipo de comportamiento puede ser beneficioso cuando el valor del token está en aumento, pero también es arriesgado porque puede generar una alta volatilidad. Los tokens reflexivos dependen mucho de la especulación y son más vulnerables a cambios bruscos en el mercado.
Un token es reflexivo cuando su precio influye directamente en su uso dentro de la plataforma, creando un ciclo que refuerza tanto el precio como la adopción. Si el precio del token sube, más usuarios e inversores se sienten atraídos, lo que impulsa la demanda y hace que el precio continúe subiendo. Por el contrario, si el precio baja, los usuarios pueden perder interés, lo que lleva a una menor demanda y, a su vez, a una caída aún mayor en el precio.
Este tipo de comportamiento puede ser beneficioso cuando el valor del token está en aumento, pero también es arriesgado porque puede generar una alta volatilidad. Los tokens reflexivos dependen mucho de la especulación y son más vulnerables a cambios bruscos en el mercado.
La questión del valor intrínsico del BTC es el objeto de numerosas conversaciones.
Bitcoin nació para ser un medio de pago descentralizado pero nunca fué adoptado como tal y algunos argumentan que no tiene ningún valor intrínsico.
Por otra parte, el BTC a alcanzado una adopción tan grande que ahora es usado más como una reserva de valor como sería el oro o algunas materias primas. Algunos observadores comentan que la electricidad que consume es lo que le confiere valor intrínsico.