Las stablecoins son tokens vinculados a activos externos, como lo pueden ser las monedas nacionales o los metales preciosos, emitidos a través de contratos inteligentes en una blockchain.
También conocidas como «criptomonedas estables», representan digitalmente el valor de monedas como el dólar, el euro o incluso el oro. Surgieron para abordar la volatilidad de criptomonedas como bitcoin y ether, permitiendo el uso de dólares estadounidenses en exchanges sin restricciones regulatorias. Diseñadas para seguir de cerca el valor de sus activos subyacentes, mantienen precios estables, similares al dólar o euro, y ofrecen características criptográficas como rapidez en liquidaciones y transferencias globales.
En 2014 surgieron las primeras propuestas de criptomonedas estables con el objetivo de ofrecer un medio de pago que redujera la volatilidad y proporcionara bajos costos operativos y privacidad.
BitUSD de Bitshares y NuBits de Nu fueron lanzadas al mercado a mediados de ese año. Paralelamente, se gestó el lanzamiento de Tether USD (USDT), entonces conocida como Realcoin, que oficialmente se emitió a finales de 2014 en la cadena lateral de Bitcoin, Omni Layer.
BitUSD, NuBits y Tether fueron las pioneras. Tether se comercializó en exchanges en 2015, siendo Bitfinex uno de los primeros en admitir esta stablecoin. Otros proyectos similares, como SteemUSD de Steem, también surgieron, aunque no todos perduraron con el tiempo.
Las criptomonedas estables son tokens emitidos en diversas redes y cadenas laterales, y su comportamiento está fuertemente influenciado por la red a la que pertenecen.
Por ejemplo, las stablecoins en Ethereum se identifican mediante contratos inteligentes como tokens ERC-20. Además, estas monedas pueden ser emitidas por un proveedor, empresa o sistema de gobernanza, quienes determinan la emisión de tokens, la vinculación a unidades y la forma en que respaldan las reservas, desempeñando un papel crucial en la economía de las stablecoins.
A pesar de la variedad del mercado de stablecoins, se pueden identificar cuatro categorías generales que determinan el funcionamiento de estos tokens en relación con la manera en que se anclan al valor de otros activos.
Esta categoría de stablecoins es la más común, ya que sus tokens están vinculados directamente a una moneda nacional en una proporción 1:1. Cada unidad de token emitido representa un dólar, euro o yen, y la empresa emisora se encarga de respaldar el token con el equivalente en la moneda fiduciaria correspondiente o mediante activos como bonos o instrumentos como préstamos bancarios.
Las stablecoins respaldadas en criptomonedas utilizan activos criptográficos como garantía para respaldar el token, aunque su valor refleje el de una moneda fiduciaria.
Tomemos DAI como ejemplo: opera mediante un contrato inteligente de MakerDAO, donde los usuarios pueden depositar ether (ETH) u otros activos criptográficos para crear un nuevo token. A pesar de la garantía en criptomonedas, el valor del token DAI sigue al dólar estadounidense al cual está anclado. La emisión de estos criptoactivos depende exclusivamente del contrato inteligente, proporcionando transparencia y eliminando la necesidad de confiar en terceros.
Los tokens respaldados en materia prima son similares a las stablecoins vinculadas a dinero fiduciario, ya que su emisión se garantiza mediante activos intercambiables que pueden reservarse físicamente, como metales preciosos.
Estas stablecoins reflejan el precio de mercado de la materia prima respaldada, siendo el oro el producto más común, aunque también hay monedas respaldadas en petróleo, bienes raíces y otros metales raros. Pax Gold (PAXG) es una destacada en este mercado, donde el proveedor posee el activo tangible y lo reserva para emitir nuevos tokens en la red, requiriendo que los usuarios confíen en la transparencia y honestidad de la empresa emisora.
Las criptomonedas estables algorítmicas, o también conocidas como no colateralizadas, tienen la característica de no estar respaldadas por una moneda fíat u otras criptomonedas. En cambio, su valor se establece por medio de algoritmos que emulan el precio de estos activos.
Ninguna stablecoin es completamente descentralizada, ya que en todos los proyectos existe algún ente que influye en el protocolo. Las emitidas por empresas como USDT, USD Coin y Binance USD muestran centralización, ya que la empresa emisora respalda los tokens y puede regular la emisión y congelar fondos si es necesario.
En el caso de stablecoins respaldadas por criptomonedas o algorítmicas, suelen tener una DAO descentralizada que mantiene el protocolo, pero aún hay individuos con poder para decidir sobre la política monetaria de la stablecoin, a pesar de la participación diversa en las decisiones.
Determinar la seguridad de una stablecoin es complicado y depende de varios factores. La emisión responsable por parte de la entidad reguladora es crucial; si se emiten más tokens de los que se respaldan, la estabilidad se ve comprometida.
Además, los activos subyacentes, como monedas nacionales, también influyen en la seguridad. Aunque ninguna stablecoin es infalible, el mercado bajista de 2022 afectó especialmente a stablecoins algorítmicas como Decentralized USD (USDD) y UST. La seguridad relativa entre stablecoins varía, y se recomienda investigar cada proyecto, evaluando la reputación de los desarrolladores y directivos, así como su experiencia en el mercado, antes de invertir en ellas.
Las stablecoins se han destacado como herramienta financiera porque combinan características de las monedas fíat y las criptomonedas. Estos criptoactivos ofrecen menores costos que los sistemas de liquidación y un registro público verificable en un libro contable distribuido. A esto le suman, además, estabilidad en su precio.
Los usuarios emplean monedas como Tether y USD Coin como herramientas de protección y cobertura contra la volatilidad de las criptomonedas. Ante la disminución del valor de criptoactivos como bitcoin, los usuarios optan por intercambiarlos por stablecoins para resguardar sus inversiones y asegurar ganancias antes de mayores pérdidas.
En países con monedas oficiales devaluadas o restricciones monetarias, como Venezuela y Argentina, las criptomonedas estables sirven para proteger los ahorros de la inflación. Además, las stablecoins no tienen las restricciones de compra que sí presenta el dólar en algunos países, como Argentina.
El depósito y retiro de dinero fiduciario entre cuentas bancarias y exchanges puede ser costoso e incluso imposible en plataformas no afiliadas a agencias bancarias, como los exchanges descentralizados (DEX). Por esta razón, algunos usuarios prefieren utilizar stablecoins para comprar y vender criptomonedas, ya que son intercambiables con diversos criptoactivos y son aceptadas en la mayoría de los exchanges, permitiendo a los usuarios transferirlas desde sus wallets para financiar operaciones comerciales.
Las stablecoins ancladas al dólar o euro, al ser representaciones digitales de dinero fiduciario, son consideradas por muchos como eficientes métodos de pago. Con costos operativos más bajos, fácil accesibilidad y la capacidad de realizar transacciones transfronterizas, estas stablecoins pueden ser utilizadas para la compra de bienes y servicios en línea.
Stablecoins como USDC, USDT y DAI son fundamentales en servicios financieros descentralizados (DeFi), impulsando aplicaciones descentralizadas y la banca alternativa. Los usuarios bloquean colaterales en bitcoin o dólares en estas plataformas para generar intereses, y las stablecoins son esenciales en prácticas como el yield farming, donde los inversionistas acumulan rendimientos de diversas aplicaciones y reciben tokens como recompensa.
Aunque las stablecoins son populares y tienen diversos casos de uso, es importante considerar ciertas problemáticas antes de utilizarlas como herramientas financieras. Los riesgos de contraparte, la supervisión regulatoria y las fluctuaciones de precios, aunque mínimas, son elementos que pueden dificultar su uso.
Las stablecoins respaldadas en monedas nacionales reintroducen el riesgo de contraparte, que había sido eliminado con criptomonedas como bitcoin o ether que permiten a los usuarios tener control total sobre su dinero.
Con las stablecoins, el control se ve comprometido ya que cada token emitido está respaldado por un dólar en una cuenta bancaria, inaccesible directamente para los usuarios. La empresa emisora del token administra las reservas, lo que requiere que los usuarios confíen en un tercero para custodiar su dinero, generando preocupaciones sobre la transparencia y el valor real del activo si no se realizan auditorías periódicas o no hay transparencia en los movimientos bancarios.
Las operaciones de las stablecoins, ancladas a monedas fiduciarias, se ven afectadas por las directrices de los bancos centrales y están más limitadas en términos regulatorios en comparación con otros activos criptográficos.
Los reguladores han considerado imponer licencias, supervisión y medidas KYC para operaciones legales con stablecoins. Además, las transacciones con stablecoins respaldadas por fiat son más susceptibles a confiscación y censura, ya que dependen de entidades bancarias sujetas a las ordenanzas gubernamentales que pueden cancelar cuentas según las indicaciones de los organismos reguladores.
El precio de una stablecoin no siempre coincide con el valor del activo al que está anclada, ya que representan el activo y no son literalmente el activo en sí.
Factores como la oferta y la demanda en sus propios mercados de negociación pueden hacer que las stablecoins se desvinculen de su activo de respaldo, superando o cayendo por debajo de su precio.
Aunque esto ha sucedido con activos como USDT y DAI, sus mercados cuentan con mecanismos como arbitraje, políticas monetarias y algoritmos de emisión para abordarlo. Además, el valor de monedas como el dólar o el euro puede variar debido a la inflación, afectando el poder adquisitivo de las personas.
Las criptomonedas estables más populares son: